Cuando comienza a salir el vello, la mayoría de personas recurrimos a la rasuradora para eliminarlo. Pero luego de afeitar, la piel de esa zona tiende a volverse áspera. Y al acumularse el sudor, el efecto en nuestras axilas no es nada estético.
Aparte de las cuestiones de belleza, también pueden presentarse complicaciones relacionadas con la salud, sobre todo si al momento de cortar la vellosidad ha ocurrido un corte que pudiera infectarse o dar origen a dolorosos nódulos.
He ahí la importancia de escoger un buen desodorante, que a la vez que quita el mal olor debe contener sustancias que le devuelvan tersura a la dermis sin alterar su color original, sobre todo considerando que algunos productos ocasionan oscurecimiento de axilas.
Los deodorizadores vienen normalmente en forma de barra, spray, bola y crema y cada piel se adapta mejor a una presentación en particular. Por eso hay que estar muy pendientes de sus reacciones y suspender el uso del desodorante al menor signo de comezón o irritación.
Así mismo, hay que fijarse en el envase del producto si contiene vitaminas u otros componentes beneficiosos para nuestra piel y si es únicamente desodorante o también cumple la función de antitranspirante (es ideal que realice ambas).
Los médicos dicen que los mejores desodorantes son los que no tienen alcohol, fragancias artificiales o gases propelentes, ya que estos ocasionan manchas y no ayudan a eliminar el mal olor.
En todo caso, lo más recomendable sería recurrir a los desodorantes naturales o usarlos como complemento de los industriales mientras aprendemos a manejar las dosis adecuadas de aplicación.
Una de estas opciones es el bicarbonato de sodio, que se pone directamente en las axilas para garantizar una protección de varias horas. Y si se combina con unas gotas de aceites esenciales, adquiere la textura y el olor de una deliciosa crema perfumada.
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